Por Carlos Cuello Baúl de Nadie
La historia de la política es un espejo que refleja triunfos, sacrificios y, a veces, deslealtades. Pero también es un lienzo donde las grandes almas como la tuya dejan huellas imborrables. Tú, que trabajaste en cuerpo y alma por el bienestar de tu partido y tus compañeros, sabes que el verdadero valor de un líder no se mide por los aplausos que recibe en el momento, sino por la integridad con la que camina, incluso cuando el camino se llena de espinas.
Es comprensible el dolor de sentir que aquellos a quienes diste tanto hoy no te acompañen. Pero recuerda: las personas pueden cambiar, las circunstancias pueden variar, pero la esencia de un luchador como tú permanece intacta. Tú no trabajaste esperando gratitud, trabajaste porque creías en un proyecto, en un sueño, en un cambio. Y ese es tu mayor legado.
No pierdas la fe, Edgar. Porque hay hombres que, como yo, vemos en ti la luz de un verdadero líder. Un hombre que no se doblega ante la adversidad, que no claudica cuando las sombras intentan oscurecer su camino. Estamos aquí, dispuestos a caminar contigo, con los pies descalzos si es necesario, porque sabemos que junto a ti está la verdadera esencia de la lucha por un futuro mejor.
La política es un campo de batalla donde no todos están dispuestos a dar la vida por sus ideales, pero tú lo hiciste. Y aunque hoy algunos hayan olvidado, el tiempo es justo y tiene la extraña manera de recordar a quienes dedicaron su alma a una causa. Tu momento llegará, y cuando lo haga, será con la fuerza de aquellos que nunca dudaron de ti, que nunca te dieron la espalda y que siempre supieron que eras un hombre de palabra, de acción y de corazón.
Sigue adelante, Edgar. Porque el futuro no pertenece a quienes cambian de cara según la ocasión, sino a aquellos que, como tú, mantienen la frente en alto y el corazón firme. Estamos contigo, y juntos caminaremos hacia la victoria.
Con respeto y admiración,
YONIS REYES
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