Por Félix Luna.
Un debate se produjo en el Consejo Nacional de la Magistratura, entre la procuradora Míriam Germán y la aspirante a ser juez del tribunal constitucional, la jueza Cecilia Inmaculada Badía. La prensa recogió el incidente.
Lo que llamó mi atención fue que la juez Cecilia narro un drama familiar con tanta naturaleza que hasta me indignó. Según la juez, ella juzgó a un padre que había volado a su hija, y la dejó embarazada, el padre de la niña lo condenó a 20 años, el niño tiene 9 años. Según sus propias palabras la juez dice que ahí están esa familia feliz con el niño. Que es hermano de su madre, que su padre está preso por embarazar a su madre, y son felices todos.
Les juro que no sé cual es el criterio que tiene la juez para llamar a este drama que todos son felices. Los anti aborto se auto denominan los pro vida o defensores de la vida.
Es derecho de cada quien tener un criterio sobre el tema, yo jamás le pediría a una mujer que aborte, pero tampoco obligar a una mujer o una familia a que tenga un hijo. Puede estar seguro que esa familia son pobres, y que si fueran ricos la solución sería abortar y el drama no sería el mismo.
Es penoso como se puede ser tan indiferente a ese drama que vive esa familia, como le pueden llamar felicidad a una realidad que viven otros. La indiferencia es también un pecado.
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